Wednesday, May 03, 2006

EDITORIALES, OPINIONES Y ANALISIS SOBRE LA NACIONALIZACION DE LOS HIDROCARBUROS

Editorial:

EL GOLPE DE EFECTO DE EVO MORALES

Diario Cinco Días de España (www.cincodias.com)

Bolivia cuenta con las mayores reservas de gas natural de toda Latinoamérica, exceptuando a Venezuela. Además, posee importantes yacimientos de oro, plata, zinc, plomo y estaño. Sin embargo, más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y es uno de los países del mundo con un reparto más desigual de la riqueza. Con estos antecedentes, no sorprende que el líder indígena Evo Morales ganase las elecciones enarbolando promesas como la de 'poner fin al saqueo' de los recursos naturales bolivianos por parte de las multinacionales extranjeras. Un discurso populista que recuerda al del venezolano Hugo Chávez y que ha calado con fuerza entre los bolivianos.
Con la firma del decreto expropiatorio, cuyo contenido y desarrollo reglamentario aún se desconoce con exactitud, Morales cumple la principal de sus promesas: recuperar la propiedad de los hidrocarburos y forzar a las petroleras a renegociar los contratos para permitir que un porcentaje mayor de recursos queden en las arcas bolivianas. Una decisión que sin duda tendrá un coste para compañías como la brasileña Petrobras, la francesa Total o la española Repsol YPF.
La decisión del presidente boliviano fue recibida con alarma y preocupación tanto por los Gobiernos de España y Brasil como por parte del Ejecutivo europeo. El Ejecutivo español advirtió a Morales que no debe enviar 'una señal negativa' a los inversores internacionales. El equipo de Lula da Silva se quejó ante lo que considera 'un gesto no amistoso que puede ser entendido como una ruptura' del entendimiento mutuo. Y Bruselas lamentó que Bolivia no haya abierto un 'proceso de consulta' antes de tomar esta decisión.
Gran revuelo, pues, en la arena política ante una decisión que, sin embargo, fue recibida con relativa calma por los inversores. Primero, porque ya había sido largamente anticipada. Segundo, porque lo que puede suponer un cambio radical para las arcas públicas de Bolivia probablemente sólo suponga un ligero traspié para las cuentas de las petroleras.
En el caso de Repsol, los analistas de Citigroup cifraban ayer mismo entre un 2% y un 3% el posible impacto en los beneficios de la compañía. Un daño importante, pero no tan severo como las reacciones políticas desencadenadas tras la decisión de Morales. De hecho, las acciones de Repsol cerraron la sesión perdiendo un 0,63%. En Brasil, Petrobras subía un 1,6% a media sesión. En cuanto a la francesa Total, se revalorizó un 1,09%, ante el repunte del petróleo por la creciente tensión en Irán.
Más que los efectos económicos y legales del decreto, preocupa la escenificación del mismo. De cara al electorado, Morales probablemente necesita revestir su decisión de un aura de corte revolucionario. De ahí los discursos incendiarios, la ocupación de las instalaciones por parte del Ejército y las coloridas pancartas confiscatorias. Pero el líder indigenista debería empezar a asumir que, como presidente del Ejecutivo, está obligado a suavizar sus formas si no quiere espantar a las multinacionales, que son las que hacen posible la explotación de los recursos bolivianos. Sólo así podrá llevar a buen puerto el compromiso asumido ante el pueblo boliviano.




Editorial:

COSTOS DE LA NACIONALIZACIÓN BOLIVIANA

El Mercurio de Chile (www.emol.com)

A 100 días desde su instalación, Evo Morales ha cumplido con su promesa de nacionalizar la actividad de los hidrocarburos. Las empresas operadoras de gas y petróleo bolivianos, desde ya bajo custodia militar, deberán entregar toda su producción para la comercialización, transporte e industrialización a la estatal Yacimientos Petrolíferos Bolivianos (YPFB). Dentro del plazo de seis meses, los inversionistas del rubro tendrán que adecuar sus contratos a un nuevo estatuto, que implica cambios de propiedad, gestión y de tributos. Como se ha destacado profusamente, es la tercera nacionalización energética boliviana, lo cual es demostrativo de la inseguridad con que se desenvuelven las actividades en dicho país.
Esta medida, hasta ahora, no contempla compensaciones para los nacionalizados y se desconocen muchos aspectos del nuevo régimen que se implantará. Sin embargo, Brasil, España y otros gobiernos sedes de inversionistas extranjeros ya han manifestado su gran preocupación por el cambio unilateral de los contratos e insinúan efectos adversos para sus relaciones oficiales.
El Mandatario boliviano, junto con promulgar esta nacionalización, anunció que seguidamente vendrá la de otros recursos naturales, comenzando con el resto de la minería y el sector forestal.
La nacionalización es un retroceso, que favorece a la elevada popularidad de Evo Morales, pero dificulta la atracción de inversión extranjera y el desarrollo de los hidrocarburos bolivianos, agrega una nueva incertidumbre al abastecimiento de gas en Argentina, Brasil y Chile, impacta directamente en las relaciones bilaterales de Bolivia con Europa y las dos principales economías sudamericanas e, indirectamente, desalienta a la inversión extranjera en Latinoamérica por países y empresas foráneas, que desconocen las diferentes realidades latinoamericanas.
Por sobre esas significativas consideraciones, la decisión del líder indigenista sugiere que ha optado por sumarse a las políticas del Presidente Chávez, en consonancia con Fidel Castro, distanciándose del pragmatismo y liderazgo sudamericano del Presidente Lula. Con seguridad, de no llegarse a acuerdo entre los inversionistas y el gobierno boliviano, surgirán demandas internacionales, con peticiones de reparaciones y embargos, que aumentarán el aislamiento de Bolivia de los mercados externos.
Por eso mismo, muchos suponen que, más adelante, el gobierno boliviano deberá hacer concesiones destinadas a flexibilizar la nacionalización. De lo contrario, se arriesga a quedar bajo la dependencia de Venezuela y aislado del resto del mundo. Así, por lo demás, se explican el silencio y la moderación con que han reaccionado algunos de los gobiernos y compañías afectadas. Adicional y coyunturalmente, la nacionalización tendrá consecuencias en la campaña presidencial peruana, pues los vínculos con Bolivia y Venezuela se encuentran deteriorados por la intervención de sus mandatarios en asuntos internos peruanos.Lo acontecido en Bolivia también tiene consecuencias internas y externas para Chile, más allá de lo estrictamente energético. Desde luego, la radicalización de Evo Morales da razón a quienes han llamado a la prudencia en el diálogo bilateral y desanima a quienes apostaron por la moderación del Mandatario, por su respeto a los tratados y compromisos internacionales e, incluso, por la creencia de que sería posible, en algún momento, contar con abastecimiento de gas altiplánico. El panorama boliviano, la injerencia venezolana y la desarticulación de los organismos internacionales son una prueba para las diplomacias sudamericanas, incluyendo la chilena.




Editorial:

NACIONALIZACIONES EN BOLIVIA

La Opinión de Estados Unidos (www.laopinion.com)

El presidente de Bolivia, Evo Morales, cumplió una promesa electoral —y una aspiración histórica nacional— con la nacionalización del gas natural y de los hidrocarburos. No obstante, además de molestar al sector empresarial, la acción dificulta las relaciones con los países vecinos.
Bolivia posee una larga historia donde los recursos naturales han sido, virtualmente, saqueados por extranjeros. Desde la explotación de las minas de plata de Potosí en el siglo XVIII hasta la Guerra del Chaco instigada por las petroleras a principios del siglo XX, los bolivianos han visto cómo su país pasó a ser uno de los más pobres del continente. Ésta es la tercera nacionalización de este tipo en los últimos 70 años, proceso que terminó con la privatización iniciada en 1996 por el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
El gobierno de Bolivia se apropió de petroleras estadounidenses tanto en 1937 como en 1969, pero este caso es muy diferente. Las compañías involucradas son de países vecinos, como la brasileña Petrobras y la hispanoargentina Repsol YPF, además de la British Gas & British Petroleum y la Total de Francia. La acción de Morales, si bien era esperada, sorprendió a estas naciones sudamericanas por la agresiva manera de ser implementadas, incluyendo la ocupación de instalaciones por tropas bolivianas. Morales hizo realidad lo prometido pero con ello se ha ganado nueva antipatía continental, al mismo tiempo que confirmó los peores temores del sector privado. Hoy más que nunca está en las manos del presidente de Bolivia guiar a su país por los senderos elegidos, pero con las circunstancias que acaba de crear.



Opinión:

PREOCUPACIÓN POR BOLIVIA

La Vanguardia de España (www.lavanguardia.es)

A estas alturas ya es innegable que Bolivia es un problema para España y que después de algunas diversiones un tanto frívolas el problema no era el jersey que lucía Evo Morales, sino algunas de sus iniciativas políticas. El golpe económico que acaba de propiciar en el tablero internacional al firmar el decreto de nacionalización de todos los hidrocarburos y el discurso populista con que lo ha materializado -se acabó el saqueo de nuestros recursos naturales por empresas extranjeras- ponen de manifiesto que se abre una etapa complicada, inestable y quién sabe si larga para las inversiones españolas. No es sólo Bolivia, sino que afectados de una u otra manera por una corriente de simpatía populista están, además de la dictadura de Fidel Castro y de la Venezuela de Hugo Chávez, países como Perú y Ecuador, con importantes elecciones en los próximos meses. Algunos de estos cantos de sirena son escuchados también desde Argentina. Tan sólo parece que Chile y Brasil son países en los que hoy por hoy se dan unas garantías completas para las inversiones extranjeras. El presidente Zapatero ha esbozado, en ocasiones, una política global para Latinoamérica aunque persiste una alta indefinición en cuestiones estratégicas. El importante peso español en el área obliga a definir de una manera clara y diáfana una posición que permita defender nuestros intereses en la zona.




Opinión:

EVO, HOMBRE DE PALABRA

ABC de España (www.abc.es/opinion)

Ayer me esforcé por encontrar una crónica o editorial periodísticos en los que en lugar del término «sorpresa» para describir la nacionalización de los recursos energéticos bolivianos, este hecho fuera presentado como la culminación de una política claramente anunciada por Evo Morales. No lo encontré. Y esto nos demuestra hasta qué punto los periodistas estamos muchas veces ciegos a la situación que tenemos ante nosotros y preferimos dar crédito a los políticos y los empresarios que necesitan negar la realidad porque saben que ésta les perjudica gravemente. Y así, ahora resulta que Evo Morales ha nacionalizado por sorpresa los yacimientos de hidrocarburos bolivianos. Como bien se recordaba en el editorial de ABC de ayer, cuando Morales visitó España el 5 de enero, el Gobierno español transmitió la impresión de que Morales había prometido a los empresarios que no tenían nada que temer. Era radicalmente falso.
El pasado 5 de enero, un grupo de empresarios, periodistas y académicos desayunamos con Morales en el Real Instituto Elcano. No pudo ser más claro: «Ante la pregunta sobre sus planes en relación con las inversiones del sector de hidrocarburos, quedaron pocas dudas de que en este momento piensa nacionalizarlo: «En el pasado lo hicieron los generales, ahora nos toca a los indígenas» fue una de sus justificaciones. Morales sentenció -siempre con tono meloso y esbozo de sonrisa- el «derecho de propiedad sobre los recursos naturales» que tienen los bolivianos, por lo que sus recursos «no pueden ser entregados a las multinacionales, sino que deben ser nacionalizados».» («Me llamo Evo, no más» ABC, 06-01-06). Los términos de Morales eran meridianamente claros, pero no interesaba al Gobierno español darse por enterado. Morales era un nuevo aliado contra la política del malvado Bush y un amigo de nuestros amigos: Fidel y Chávez. Si, además, Morales hablaba con toda claridad y la reacción del Gobierno español era la de decir que había obtenido muy buena impresión de las promesas que le había hecho el boliviano, es normal que éste pensara que se le estaba poniendo la alfombra roja para que se paseara sobre los intereses económicos de las empresas españolas. Añádase que ahora la reacción de la cancillería española ha sido la de manifestar «profunda preocupación» y decir que espera que ahora se «abra un proceso de auténtica negociación y diálogo». Maravilloso. Ahora que te han robado lo que era legítimamente tuyo, ahora esperas poder dialogar.
Me duele reconocerlo, pero así está nuestro Ministerio. Primero no quiere darse por enterado de lo que Morales anuncia con toda claridad. Y cuando Morales cumple con su palabra, sólo se nos ocurre decir que hay que dialogar. Pues ándense con cuidado, porque Evo les tiene tomada la medida.




Opinión:

BOLIVIA, FONDO Y FORMA

ABC de España (www.abc.es/opinion)

Ni el fondo ni la forma con que Evo Morales ha cumplido su promesa electoral de nacionalizar las reservas bolivianas de hidrocarburos auguran nada bueno. El nuevo presidente boliviano viajó por Europa y España, con el cargo estrenado y cara de novicio aplicado dispuesto a escuchar y entender, pero ha preferido atender a sus animadores Castro y Chávez e instalarse en el discurso añejo de la «madre tierra» (la pachamama) y del «saqueo» de la riqueza del pueblo boliviano por las multinacionales extranjeras. Una confiscación con traza de expolio cuyo alcance se sabrá este año.
Las compañías expoliadas, cotizadas en los mercados, tienen sede social y accionistas en Brasil (Petrobras), España/Argentina (Repsol YPF), Francia/Bélgica (Total-Petrofina) y Gran Bretaña (British Gas y BP). Todas disponen de contratos firmados en vigor y han mostrado una actitud favorable para modificar esos contratos y revisar los impuestos locales, las regalías, sobre la extracción de gas y petróleo.
El presidente Morales ha preferido la espectacularidad, el mitin del 1º de mayo, para anunciar su machada: la nacionalización de la riqueza nacional. Más aun, mandó al ejército a ocupar los pozos y advirtió a los expoliados que ante hipotéticos «sabotajes» (¿de quién?) respondería con la movilización popular. Bolivia nacionalizó parte de su petróleo en 1937 y 1969, pero no salió del farolillo rojo de la pobreza de la región suramericana. La tercera nacionalización provocará jolgorio popular y ruido mediático para condenar a los bolivianos a más pobreza, con esa maldición de riquezas naturales que no revierten en favor de los ciudadanos. Como Nigeria o Venezuela, que nacionalizaron hace décadas sus enormes riquezas petroleras, pero sin dar un paso adelante para la prosperidad de sus pueblos.
La respuesta frente a Morales debe ser tan firme como prudente. La forma y el fondo de su decisión son deplorables e inquietantes. No es fiable, y no merece ninguna confianza. Cuando se conozca el detalle de las leyes tan demagógicamente anunciadas los expoliados recurrirán a la justicia internacional con el apoyo de sus gobiernos, de la Unión Europea, de España y de Brasil.
No es hora de declaraciones enfáticas y condenas ampulosas, más bien de decisiones claras que acrediten la no confiabilidad de esa política y de ese sujeto. Morales es presidente legítimamente elegido, pero sus decisiones tienen un precio y la comunidad internacional debe dar la espalda a los populistas altaneros e ignorantes.
Repsol YPF tiene un problema en Bolivia y tiene que recibir todo el apoyo del Gobierno español para resolverlo, para exigir garantías y responsabilidades. Los bolivianos tienen derecho a salir de una crisis política perpetua que les ha sumido en la pobreza, la incuria institucional y la inseguridad jurídica.




Opinión:

ZP, MORALES Y LOS SIMIOS

ABC de España (www.abc.es/opinion)

La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia no sólo amenaza los intereses empresariales españoles, también amenaza la credibilidad de las «intuiciones» y la «palabra» del presidente Zapatero, «tocado» indirectamente por su generosa recepción de Evo Morales, que toda la prensa de Europa y América presenta como un aliado privilegiado de Fidel Castro y Hugo Chávez.
En La Paz, La Prensa afirma que el Gobierno está dividido entre «un ala moderada y un ala radical», representada por el propio Morales. A juicio de La Prensa, «a un país como Bolivia no le convienen alianzas como las de Venezuela y Cuba», tras una historia de nacionalizaciones desafortunadas. La Razón lamenta el estado «deprimente» de las inversiones en la minería nacional boliviana, temiendo que la nacionalización agrave tan penosa situación. El Diario publica un exaltado discurso del vicepresidente García Linera pidiendo al pueblo que «defienda» la decisión gubernamental, que, a juicio de Jaime Solares, líder sindical, es «demagógica y precipitada», reclamando una «nacionalización sin indemnización».La poderosa prensa de izquierda americana aplaude y denuncia a las grandes empresas internacionales presentes en Bolivia. En México, La Jornada escribe: «Se acabó la novela rosa de los jugosos negocios contra las costillas de los bolivianos». Son muy numerosas las denuncias y alarmas. «Alerta comercial desatada», dice La Nación (Chile). «Temores en Argentina», afirma La Nación (Buenos Aires), subrayando el paralelismo de los intereses de Madrid/Buenos Aires.
En Europa, Bolivia se percibe víctima de las decisiones y alianzas de Evo Morales, presentando a Washington como el primer enemigo. «Alemania critica la decisión boliviana», dice Frankfurter Allgemeine Zeitung. Financial Times se pregunta si los inversores europeos evalúan con precisión los riesgos del populismo americano. Liberation estima que España y Brasil son los primeros afectados. Wall Street Journal confirma en primera línea de crisis los intereses españoles, víctimas de un «show» de «nacionalismo energético».En otro terreno, sobre el Proyecto Gran Simio, El Iberoamericano escribe: «Lo lamentable no es que se quiera defender a animales genéticamente bastante próximos a los humanos, sino que esa misma preocupación por los monos no parece existir en lo que respecta a los derechos humanos violados en países como Irán o Cuba, con los que el Gobierno español sostiene «excelentes» relaciones».




Opinión:

TRES GENERACIONES Y UNA REVOLUCIÓN

Diario Yucatán de México (www.yucatan.com.mx)

Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales están lanzados, su ofensiva revolucionaria en América Latina es total. Según los presidentes de Cuba, Venezuela y Bolivia, éstos no son momentos de achicarse frente a Washington, sino de “ataque” y de alianzas para frenar los intentos de los Estados Unidos de extender la “maldición del capitalismo” en la región. El sábado, los tres mandatarios firmaron diversos acuerdos económicos y políticos para “consolidar” la revolución en Bolivia e impulsar en Latinoamérica un modelo de integración de izquierdas.
La breve pero intensa cumbre celebrada en La Habana por los tres mandatarios concluyó con la incorporación de Bolivia a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), ideada por Hugo Chávez con apoyo de Castro contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) de Estados Unidos. Los tres presidentes suscribieron además el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), una respuesta a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que Estados Unidos negocia con países como Colombia y Perú.
“Ante la agresión del plan imperial de los TLC, la mejor defensa es el ataque. Atacar. Este pacto forma parte del plan de ataque”, dijo Chávez tras la firma de los acuerdos.
Los convenios establecen que Cuba y Venezuela eliminarán las barreras para la importación de productos agrícolas o industriales de Bolivia, el país más pobre de Suramérica. Además, se comprometen a comprar soya y otros productos que Bolivia no logre colocar en otros países.
Según lo pactado, Venezuela suministrará a Bolivia todo el crudo e hidrocarburos que necesite, además de instalar industrias petroquímicas en el país.
Mecanismos compensatorios Se crean una serie de mecanismos “compensatorios” para que el país andino pague la factura petrolera con facilidades financieras. Cuba brindará servicios médicos y colaboración en diversas áreas, pero sobre todo en materia de educación, incluyendo un ambicioso plan para alfabetizar Bolivia en poco tiempo.
Morales admitió que su país es el más beneficiado por los acuerdos, y dijo que el apoyo resultará vital para erradicar la pobreza en su país. Con la entrada de Bolivia a los “mecanismos solidarios” de la ALBA, se consolida la apuesta de Fidel Castro y Hugo Chávez de impulsar un modelo de integración regional basado “en la cooperación” y no en “propuestas neoliberales”, en el que el petróleo venezolano y los médicos y universidades cubanas son el cemento de la ansiada unidad. Pueblo hubo, y mucho, el sábado en la plaza de la Revolución de La Habana, donde los tres líderes protagonizaron un maratón de discursos, todos muy revolucionarios.
Para Evo Morales, en La Habana se reunieron tres pueblos y también tres generaciones de una misma revolución latinoamericana; en ella, dijo, Castro es el abuelo; Chávez, el padre, y él, el hijo. (Castro tiene 79 años; Chávez, 51, y Evo, 46).
Morales pidió a Chávez reconsiderar su postura de abandonar la Comunidad Andina de Naciones con el objetivo de “refundarla” desde su interior, dándole un “carácter antiimperialista”.
En su turno en la plaza, Chávez recordó que el año pasado, en un acto similar, Evo Morales estaba entonces como líder opositor. A continuación, se dirigió al candidato presidencial sandinista Daniel Ortega, quien estuvo junto a los presidentes en la cumbre: “Daniel, te estamos invitando para el año que viene a que vengas aquí como presidente de Nicaragua”.




EDITORIAL

MALAS FORMAS DE EVO

El País de España (www.elpais.es)

La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia estaba anunciada en el referéndum de 2004 y en el programa con el que Evo Morales ganó las elecciones presidenciales. Aunque no es seguro que garantice a Bolivia ni una mejor explotación de sus recursos ni mayores ingresos, es fruto de la libre elección de los bolivianos. Pero dicho esto, la forma en la que se ha tomado la decisión resulta, además de confusa, bastante inamistosa: por decreto (en vez de por ley aprobada en el Parlamento, como ocurrió en Ecuador); con la confiscación directa de las acciones necesarias para el control de las empresas de matriz nacional; sin una negociación previa, y enviando a las tropas, incluidos batallones de ingenieros, a ocupar más de una cincuentena de instalaciones, como si fuera necesaria la fuerza y ésta pasara por delante de cualquier razón.
Nacionalizar no puede equivaler a confiscar, ni a llevarse por delante la seguridad jurídica. Está por ver cómo se comporta el Gobierno boliviano en las negociaciones con las empresas durante los próximos seis meses, pero el decreto deja poco margen al advertir que tendrán que irse las que para entonces no hayan llegado a acuerdos con el Estado. De momento, las principales concesionarias ven reducido su margen de explotación a un 18%.
Bolivia posee reservas de más de 775.000 millones de metros cúbicos de gas, las segundas del continente tras Venezuela. Los mercados han reaccionado con preocupación. El Gobierno más afectado ha sido el de Lula en Brasil, que recibe de Bolivia la mitad del gas que consume. Pero la alarma ha saltado en otros Gobiernos de la región. El Ejecutivo de Zapatero convocará en breve a las empresas españolas para consultas, pero la decisión de Morales es directamente un revés para La Moncloa. De poco han servido, siquiera para disponer de información previa, las conversaciones del jefe del Gobierno con Morales, o las del presidente de Repsol-YPF en La Paz. La cautela prima comprensiblemente en las primeras reacciones, puesto que debe negociarse no sólo el futuro de las explotaciones, sino la recuperación de las inversiones realizadas, que superan los 1.000 millones de euros en el caso de Repsol-YPF y unos 3.000 en el caso de Petrobras.
Morales no se detendrá ahí. "Si estamos empezando a nacionalizar hidrocarburos, mañana será la minería, los recursos forestales y todos los recursos naturales", ha prometido horas después del decretazo. Luego llegará el reparto de tierra. La popularidad de Evo Morales está más alta que nunca, pero sus ciudadanos le juzgarán por los resultados, no por decisiones ideológicas que no han tenido resultados mágicos en ningún país del mundo.




Análisis:

EVO CALENTÓ MOTORES EN LA HABANA

La Voz de Galicia, España (www.lavozdegalicia.es)

Evo Morales cumplió su principal compromiso electoral. El pasado lunes, día de la clase obrera, él y 14 de sus ministros estamparon su firma en el decreto 28.701 en el que nacionaliza los hidrocarburos del país andino. La medida en sí no debiera de sorprender a nadie, porque era el eje central del programa electoral que le dio el triunfo en las urnas hace cien días. Lo sorprendente es el momento, porque sólo dos días antes se había anunciado que se retrasaba seis meses para garantizar su viabilidad.
¿Por qué tanta prisa? En principio existen dos factores complementarios que pueden contribuir a este acelerón en el proceso nacionalizador. Por un lado está el creciente clima de protesta social que se está viviendo en el país, donde la gran mayoría de los bolivianos aún no han notado el cambio de Gobierno. Por otro está el fin de semana habanero que congregó para la foto al pie del monumento a la Revolución a los tres mosqueteros: Fidel, Chávez y Morales.
El retrato en familia estuvo precedido por la firma de la adhesión de Bolivia a la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), al tiempo que era ampliada con el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), propuesto por Evo Morales para contrarrestar el Tratado de Libre Comercio (TCL), auspiciado por Washington. Con esa puesta a punto, el acelerón del lunes cobra más sentido.
¿Cómo acabará la carrera? Esa es la cuestión. Este es el tercer intento de nacionalización de los recursos energéticos que vive Bolivia desde su independencia. El primero, en los años 30, afectó a la Standard Oil; el segundo, en el año 1969, le tocó a sacar a a la Gulf estadounidense. Ninguno de los dos rebajó los índices de pobreza del país ni contribuyó a su desarrollo.
En los 90, con el Gobierno de Sánchez de Loza, se llevó a cabo un proceso de privatización parcial que desató un bum de inversiones extranjeras en Bolivia y contribuyó a sacar a la luz las segundas mayores de reservas de gas del mundo. Tampoco sirvió para sacar al país de la miseria.
Esta tercera nacionalización es más compleja. Impone a las petroleras la obligación de dejar en manos de la estatal YPFB la totalidad de la producción para su posterior comercialización y distribución.¿Tragarán Repsol y Petrobras o tendrá Evo que echar mano de la PDVSA de Chávez? De ser así, lo tiene crudo.




Opinión:

BOLIVIA: SE HACE CAMINO AL ANDAR

Argen Press de Argentina (www.argenpress.info)

Por: Roberto Bardini (BAMBU PRESS, desde México especial para ARGENPRESS.INFO)

En mayo de 1936, Bolivia es el primer país de América Latina que nacionaliza el petróleo. Lo decide el coronel David Toro -un presidente de facto apoyado por la oficialidad joven del ejército- que, además, expulsa del país a la poderosa Standard Oil Company y funda la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Toro impulsa reformas sociales y la redacción de una nueva Constitución. Crea los ministerios de Trabajo, de Previsión Social y de Minas y Petróleo. El ministro designado en Trabajo es Waldo Alvarez, un obrero gráfico, caso inédito hasta entonces. Además, instaura la jornada laboral de ocho horas y declara obligatoria la sindicalización obrera. Durante su gestión nace el Banco Minero.
El régimen de Toro, conocido como “socialismo militar, sólo dura 15 meses.
Un mandatario civil con prestigio, paradójicamente, hace girar en sentido contrario las agujas del reloj de la historia. En octubre de 1955, Víctor Paz Estenssoro, fundador y líder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que había encabezado el levantamiento popular de abril de 1952, aprueba un Código del Petróleo -también llamado Código Davenport- que favorece a las voraces empresas extranjeras, especialmente a la Bolivian Gulf Oil, que de boliviana sólo tiene el nombre. Redactado por la firma jurídica estadounidense Shuster & Davenport, fue calificado por The New York Times como “el más liberal del mundo”.
En octubre de 1969, otro militar hace lo correcto. El general Alfredo Ovando Candia, asesorado por Marcelo Quiroga Santa Cruz, su joven ministro de Minas y Petróleo, de 38 años de edad, deroga ese código infame, ordena la ocupación militar de los campos petrolíferos y nacionaliza los hidrocarburos.
Cuando Ovando había asumió la presidencia, la dictadura argentina del general Juan Carlos Onganía envió al capitán de fragata (retirado) Francisco Manrique a La Paz como inicio de una serie de presiones económicas y diplomáticas que intentan torcer el rumbo del nuevo gobierno boliviano. Manrique, un oficial de marina que ha participado del derrocamiento del general Juan Perón en 1955, promete a Ovando el respaldo de su país a “cambio de no hacer locuras” con la Gulf Oil.
Posteriormente, el semanario Análisis, de Buenos Aires suministra a sus lectores una elegante versión de los hechos: “La Argentina reemplazó solidariamente la garantía de la Gulf ante el Banco Mundial, y adoptó frente a las dificultades del país hermano una actitud comprensiva dictada por sentimientos obvios pero también por sus propios intereses: nada de lo que ocurre en la casa del vecino nos es extraño, y sus problemas pueden afectarnos”.
En marzo de 1970 arriba a Bolivia el entonces comandante en jefe del ejército argentino, teniente general Alejandro Agustín Lanusse, acompañado de Luis María de Pablo Pardo, asesor de la cancillería. Ambos se reúnen con el nuevo comandante en jefe boliviano, el general Rogelio Miranda, un producto bastante silvestre de la guerra fría que reemplaza al general Juan José Torres, desplazado del cargo por su incómodo perfil nacionalista revolucionario. Miranda, un oficial de escasa inteligencia, pro estadounidense y anticomunista, es el “hombre” de la dictadura argentina en Bolivia.
Abandonado por el presidente, confrontado con los militares, atacado por la burguesía, cuestionado por la prensa y boicoteado por la burocracia administrativa del propio gobierno, Marcelo Quiroga Santa Cruz renuncia en mayo de 1970.
Luego, nueva marcha atrás en cuanto al patrimonio nacional. El dictador Hugo Bánzer reabre en la década de 1970 la inversión privada extranjera. El país andino sufre otra vez la crónica secuela de golpes y contragolpes de Estado, obediencia a Washington, represión, corrupción gubernamental, inestabilidad política, narcotráfico. Injusto papel, decidido lejos de sus fronteras, en la division internacional del trabajo: un país inmensamente rico con una población escandalosamente pobre.
El proceso de desnacionalización culmina en 1996, durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, con la privatización del sector. YPFB queda reducida a una simple administradora de contratos.
Ahora el sorprendente Evo Morales anuncia la nacionalización de los hidrocarburos y recupera no sólo recursos naturales estratégicos, sino también las mejores tradiciones nacionalistas de Bolivia. Las compañías petroleras extranjeras tendrán dos opciones en el futuro inmediato: o adecúan sus operaciones al nuevo proceso o deberán abandonar el país en 180 días.
Ya corre tiempo de descuento para las principales empresas petroleras que operan en Bolivia: la española Repsol YPF, las británicas British Gas y British Petroleum, la brasileña Petrobras y la francesa Total.
El trascendental decreto podría llevar una línea final con palabras del poeta guatemalteco Otto René Castillo: “Vámonos, patria, a caminar”.




BRASIL BUSCA APOYO REGIONAL POR EL TEMA DEL GAS BOLIVIANO

The Wall Street Journal (www.online.wsj.com/public)

Brasil, el mayor inversionista en Bolivia y un importante consumidor de su gas, anunció que consultará con otros gobiernos de la región para buscar una salida al posible caos que podría provocar la nacionalización de las reservas de gas natural de Bolivia.
La petrolera estatal brasileña Petroleo Brasileiro SA, o Petrobras, ha invertido US$1.500 millones en Bolivia. Aunque sus activos en ese país representan apenas 3% de su producción total de crudo y gas, la nacionalización está generando preocupación en el sector empresarial de Brasil sobre la confiabilidad de Bolivia como abastecedor. Brasil depende de su vecino para obtener la mitad del gas natural que consume, incluyendo 75% del suministro de São Paulo, el centro industrial más grande de Brasil.
"Para Petrobras perder activos es malo pero no fatal, pero para Brasil perder suministros es fatal", dice Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura, una consultora en temas de energía.
Celso Amorim, ministro de Relaciones Exteriores brasileño, dijo que Brasil respetaba la soberanía de Bolivia y esperaba resolver el tema del gas a través del diálogo. Ayer, tras varias reuniones de emergencia durante el día con altos funcionarios de su gabinete, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva comenzó a llamar a los líderes de la región para procurar llegar a una solución, dijo un vocero.
El anuncio de nacionalización que hizo el presidente boliviano Evo Morales durante una manifestación por el Día del Trabajo provocó preocupación en toda Sudamérica. Argentina depende cada vez más de las importaciones de gas desde Bolivia, a medida que su economía ha vuelto a crecer y las disputas contractuales con compañías energéticas locales han reducido su inversión.
Chile, un rival histórico de Bolivia, no es consumidor de su gas, pero se ha visto afectado indirectamente por el estrecho suministro regional de años recientes. Argentina ha reducido la cantidad de gas que exporta a Chile, para satisfacer su propia demanda.
Petroleras europeas —incluyendo a Repsol YPF SA, BG Group PLC y Total SA—también han sido alcanzadas por la medida. "No tuvimos tiempo de negociar", dijo el presidente de Repsol, Antonio Brufau, en una entrevista con la emisora argentina Radio 10. "La verdad es que no sé qué va a pasar, pero la situación es preocupante ahora que se eliminó la lógica de negocios".
Lula da Silva, que apoyó abiertamente la candidatura presidencial de Evo Morales, pareció sorprendido por la decisión boliviana. "Brasil pensó que iba a recibir un trato distinto y estaba actuando como si Morales fuera el hermano menor de Lula", afirma Pires.
Petrobras tiene un contrato vigente hasta 2019, bajo el cual Bolivia debe proveerle 30 millones de metros cúbico de gas natural. Ejecutivos de Petrobras estaban negociando un incremento en los precios que Brasil le paga a Bolivia por su gas.
Reflejando el sentir de muchos empresarios, Lawrence Pih, presidente de Moinho Pacifico, una compañía de trigo con sede en São Paulo, dijo que "esto servirá de incentivo para que Brasil acelere el desarrollo de las reservas de gas natural en la cuenca Santos. Muchos de nuestros autos ahora consumen gas natural, y esto será una pieza clave para nuestra matriz energética".
Jose Sergio Gabrielli, presidente ejecutivo de Petrobras, dijo ayer que "no hay un peligro significante" para el suministro brasileño. También aseguró que Petrobras está "intensificando la producción local y evaluando alternativas".




BOLIVIA, EN LA MIRA DEL MUNDO

Diario Yucatán de México (www.yucatan.com.mx)

Estados Unidos advirtió ayer que vigilará “muy de cerca” el impacto potencial de la decisión del gobierno de Bolivia de nacionalizar los hidrocarburos y el respeto del gobierno boliviano a las obligaciones asumidas en contratos firmados. “Ciertamente, vigilaremos cualquier impacto potencial sobre el clima para la inversión del sector privado en Bolivia y el respeto del gobierno boliviano a sus obligaciones contractuales”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack.
El funcionario añadió que Washington todavía necesita estudiar “los detalles del decreto y cuáles son exactamente los pasos que el gobierno boliviano pretende dar en el cumplimiento de ese contrato”, ya que todavía no disponen de esa información.
En términos generales, McCormack declaró: “Creemos en los mercados abiertos. Es una idea importante que cuenta con cada vez más partidarios en el hemisferio. Pero hay que combinar eso con el buen gobierno para lograr beneficios”. En España, el decreto provocó alarma, preocupación y malestar tanto en el gobierno español, presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, como en las empresas del sector con intereses en Bolivia.
El Ejecutivo español convocó a una reunión urgente al máximo representante del gobierno boliviano en el país, Alvaro del Pozo, al que le advirtió que la medida tendrá “consecuencias” en las relaciones bilaterales. Repsol YPF, la compañía extranjera que más ha invertido en Bolivia y controla más de la tercera parte del gas, calificó de “inquietante” el nuevo escenario y afirmó que recurrirá al arbitraje de “todas las acciones a su alcance para proteger los activos y preservar el empleo” de sus obreros.
En Brasil, fuentes oficiales informaron que los presidentes Luiz Inácio “Lula” da Silva y Evo Morales se reunirán “en los próximos días” para discutir los alcances de la nacionalización.
La Presidencia brasileña informó que “Lula” y Morales conversaron por teléfono sobre la medida, que afecta directamente los intereses de la empresa estatal Petrobrás de Brasil.
En un comunicado, “Lula” reconoce la “soberanía” de la decisión, pero aclara que “actuará con firmeza y tranquilidad en todos los foros, en el sentido de preservar los intereses de Petrobrás”.
En Bruselas, la Unión Europea manifestó su “preocupación” por el anuncio y advirtió el “impacto negativo” que puede tener en un mercado internacional bajo fuerte presión.
“Esperamos que haya un proceso de negociación y discusión antes de su adopción. La Comisión está analizando el impacto en Bolivia y las inversiones que conciernen a ciertas empresas europeas”, indicó el vocero Johannes Laitenberger.
El Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Javier Solana, se declaró “insatisfecho” con la decisión y recordó que la “seguridad jurídica es clave para los inversionistas”. La medida afecta a 26 firmas extranjeras.

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